32- Para evitar las distracciones debemos habituarnos a la búsqueda de la verdad esencial
Cuando nos enfocamos
en la búsqueda de lo esencial, los accidentes pierden importancia y la mente se
centra.
Los objetos tienen
aspectos centrales y aspectos accidentales. Podemos desarrollar hábitos de
enfoque y aprender a observar las cosas como son, sin dejarse distraer por los
juicios y por las etiquetas, por las opiniones y por los aspectos reactivos. No hay que mirar esto como un estado permanente de funcionamiento, sino más
bien como una práctica de enfoque que va transformando sutilmente la conciencia y
las ideas, de manera que adquiramos sabiduría para observar y para interactuar
con la realidad. No se trata de una búsqueda de tipo ideológico,
la de la verdad única y suprema, sino más bien de una búsqueda respetuosa de la
verdad más profunda y esencial que existe en los objetos y que no alcanzamos a
apreciar por causa de las distracciones y de las tendencias a centrarse en las
reacciones que el objeto causa en nosotros y no en el objeto tal como es.
Para centrarse en
la verdad del objeto, podríamos sentir la realidad del objeto, sintiéndonos como
el objeto mismo, es decir, enfocándose en sus aspectos básicos, en su esencia. En ese juego mental de
imaginarse que somos el objeto, van apareciendo las opiniones y los accidentes,
los sentimos importantes y reales y a medida que penetramos en el objeto, los vemos
como accidentales, como juicios y va surgiendo la verdad del objeto. Este
proceso es aplicable a la búsqueda en general, incluyendo la búsqueda de nosotros
mismos como objetos a ser descubierto.
Casi, casi no te encuentro
Escondido entre mis
opiniones
casi, casi no te
encuentro
pero algo me decía,
con amores
ven y busca muy
adentro.
Escondido entre mis
razones,
casi, casi no te
entiendo
pero me atrajiste
con canciones
y me embrujaste el
pensamiento.
Agobiado por mis
dolores,
casi, casi no te
atiendo
pero me pintaste de
tus colores
y me iluminé de
contento.
Encerrado en mis
temores,
casi, casi que te
pierdo
pero aquietaste mis
temblores
con paciencia y hoy
te aprecio.
Espacios para el otro
Con frecuencia se
nos aparece el otro, para mostrarnos su esencia. Como estamos distraídos en
nuestras propias perturbaciones, no lo vemos, no lo apreciamos, no descubrimos
la verdad esencial que lo ilumina.
Con alguna
frecuencia, vale la pena tomar un objeto, persona, idea o situación que se nos aparezca con frecuencia en nuestras vidas y hacernos la pregunta: ¿Qué podemos aprender de ese
insistente objeto, qué nos está diciendo esa realidad que se atraviesa en la existencia? Meditemos unos minutos en esta pregunta y aprendamos con cariño.
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